Ya no hablamos más de Pluna y los 301 millones de dólares
allí perdidos. Ya nadie reclama una fundamentación sensata a la imperiosa
necesidad de una aerolínea de bandera que se arguye como justificativo, cuando
países centrales dejaron de tenerla y la francesa se tuvo que fusionar con la
holandesa para lograr ser la tercera del mundo.
Tampoco decimos qué necesidades
concretas y urgentes podríamos atender en este país con ese dinero, como una
policlínica con médico para que no se muera una chiquita de dos años, como
ambulancias para tantos lugares del interior dejados de la mano del Estado y
muchas cosas más en todos los rubros que hacen a la vida de la gente.
Ni siquiera hablamos de seguridad, que era tan importante.
Hablamos de limitaciones a la difusión porque los canales insisten en pasar
videos de asaltos y asesinatos de cámaras de seguridad. El superior gobierno no
parece saber que los canales de televisión abierta compran esos videos (diez
mil pesos es lo habitual) y que si consideraran esos videos como parte de la
evidencia y del secreto del sumario, como lo son, su difusión sería imposible.
No: tienen que sacarse las ganas de ir contra los medios porque es una obsesión
que tienen con eso.
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