viernes, 22 de junio de 2012

El porro virtual



Ya no hablamos más de Pluna y los 301 millones de dólares allí perdidos. Ya nadie reclama una fundamentación sensata a la imperiosa necesidad de una aerolínea de bandera que se arguye como justificativo, cuando países centrales dejaron de tenerla y la francesa se tuvo que fusionar con la holandesa para lograr ser la tercera del mundo. 

Tampoco decimos qué necesidades concretas y urgentes podríamos atender en este país con ese dinero, como una policlínica con médico para que no se muera una chiquita de dos años, como ambulancias para tantos lugares del interior dejados de la mano del Estado y muchas cosas más en todos los rubros que hacen a la vida de la gente.

Ni siquiera hablamos de seguridad, que era tan importante. Hablamos de limitaciones a la difusión porque los canales insisten en pasar videos de asaltos y asesinatos de cámaras de seguridad. El superior gobierno no parece saber que los canales de televisión abierta compran esos videos (diez mil pesos es lo habitual) y que si consideraran esos videos como parte de la evidencia y del secreto del sumario, como lo son, su difusión sería imposible. No: tienen que sacarse las ganas de ir contra los medios porque es una obsesión que tienen con eso.

Ahora, yo tengo una mala noticia para el gobierno. Si la liberalización de la marihuana abandona su estado de virtualidad, pues fue suficiente nombrar su liberalización para que dominara la agenda informativa y los comentarios de la opinión pública; si efectivamente se concreta para alegría de unos y discrepancia de otros, aparecerán los fumadores pasivos de marihuana. Sí, porque la ley 18.256 de control del tabaquismo de marzo 2008 y su decreto reglamentario firmado por el entonces presidente Tabaré Vázquez, se refiere solamente al tabaco y a la prohibición de fumarlo o mantenerlo encendido en lugares cerrados o determinados lugares abiertos. La marihuana no es tabaco, para alegría de unos y desilusión de otros. De modo que se podrá fumar marihuana en bares y demás; hasta en hospitales, me atrevería a decir. Así, aún los que no queremos (es un decir) fumar marihuana, la absorberíamos. De modo que si me ven caminar en paz por ahí de la mano del secretario Brescia, ya saben por qué es.

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